Cuenta la tradición que la Virgen se apareció simultáneamente al rey Jaime I de Aragón, a San Raimundo de Peñafort y a San Pedro Nolasco, en 1218, encargándoles la liberación de los cristianos que estaban en poder de los musulmanes. Así comienza la Orden de los Mercedarios fundada, en principio, para la redención de los cautivos. La devoción a la Virgen Santísima bajo esta advocación es extendida por toda la Iglesia, especialmente desde el siglo XVII.
Fuente: Lectio Divina
Fuente: Lectio Divina